Lo mejor del pasado en el presente. Preservamos nuestras costumbres y tradiciones
Nuestra Historia
El 10 de octubre de 1895, un distinguido caballero, Don José Ignacio Chopitea, hombre acaudalado y de bien ganado prestigio en la ciudad de Trujillo y en el ámbito nacional, inició los primeros contactos con las personalidades de mayor reputación del departamento de La Libertad. En el citado día reunió en su señorial casa, a los señores: Augusto Cabada, Augustín G. Ganoza, Marcial Acharán, José Goicochea, Eduardo Gotffried, Mariano Saa, Francisco Wiebe y Máximo Berendsohn, a quienes les expuso su entusiasta iniciativa de fundar un club social que enrumbara la vida citadina por los sólidos senderos del bienestar, de la solidaridad, así como fortalecer la fraternidad que debía imponerse en una ciudad de tantos y bien ganados pergaminos. En esta primigenia reunión se tomaron acuerdos que avizoraban el nacimiento de una institución perdurable, por los compromisos contraídos, entre otros: a) el nombramiento de un Comité Provisional encargado de iniciar las primeras colectas, cuya presidencia desempeñó el ingeniero José Ignacio Chopitea, tesorero Don Francisco Wiebe, secretario Don Augusto Cabada y vocales los señores Marcial Acharán y Augustín Ganoza; b) el nombramiento de otra comisión para que redactara el anteproyecto de estatutos; c) a propuesta del ingeniero Chopitea, la que fue aprobada por unanimidad, se aprobó el nombre de Club Central y d) se fijó la fecha de instalación para el 1 de enero de 1896.
El entusiasmo y la diligencia con que actuó el Comité Provisional fue tan exitoso, que todas sus actividades preparatorias estuvieron colmadas a escasos días, por lo que se dispuso adelantar la fecha de Instalación para el 15 de noviembre de 1895, hecho que se cumplió con inusual entusiasmo y gran algarabía. Como reconocimiento a su amplia colaboración y en gratitud al apoyo prestado para dar vida al club, se concedió la distinción de socios fundadores a 33 caballeros: Marcial Acharán, Fortunato Barúa, Máximo Berendsohn, Bruno Bueno, Augusto Cabada, Bernardino Calonge, Enrique Calonge, José Ignacio Chopitea, José A. Delfín, Oscar Elejalde, Agustín G. Ganoza, Fernando L. Ganoza, Juan Julio Ganoza, Jesús García y García, Héctor García Lastres, Alfredo Gildemeister, Carlos Gildemeister, José Goicochea, Roberto Gordon, Eduardo Gottfried, Francisco Jimeno, Jerónimo Larco Herrera, Rafael Larco Herrera, Victor Larco Herrera, Carlos M. Orbegoso, Teodoro G. Tapia, José P. Ottone, Alfredo A. Pinillos, José Mariano Saa, Macedonio de la Torre, Arturo Wiebe y Francisco J. Wiebe. Este selecto grupo de vecinos de la ciudad representaban a los más distinguidos y honorables integrantes de la banca, el comercio, la agricultura, las industrias y funcionarios de la vida administrativa y política de Trujillo.
Acta de Fundación
En la ciudad de Trujillo, siendo las cinco pasado meridiano, del día quince del mes de noviembre del año mil ochocientos noventa y cinco, en el local sito en la calle Progreso, altos, en la esquina de la Plaza de Armas, se reunieron los señores: ingeniero José Ignacio Chopitea de Luna Victoria, don Marcial Acharán, don Augusto Cabada, doctor Agustín G. Ganoza, don José B. Goicochea, don Eduardo Gottfried, don José M. Saá, don Francisco Wiebe, don Máximo Berendsohn, doctor Oscar Elejalde, don Fernando Luis Ganoza, don Alfredo Gildemeister, don Roberto Gordon, don Teodoro G. Otoya, don Arturo Wiebe, don Fortunato Barúa, don Víctor Larco Herrera, don José O.Ottone, don Bruno E. Bueno, doctor Benardino Calonge, doctor José A. Delfín, don Juan Julio Ganoza, don Francisco Julio Jimeno, don Gerónimo Larco Herrera, don Carlos Manuel Orbegoso, don Alfredo A. Pinillos Hoyle, don Enrique Cox, don José Antonio García y García, don Jesús García y García, don Héctor García Lastres, don Carlos Gildemeister, don Rafael Larco Herrera y don Macedonio de la Torre.
Abierta la sesión a la hora antes indicada y en el citado local debidamente preparado para el efecto, se ratificó por unanimidad y con muestras de entusiasmo, el acuerdo provisional adoptado en la reunión preliminar realizada en la casa particular del ingeniero José Ignacio Chopitea, principal gestor de la iniciativa, el día diez de octubre anterior, con el objeto de constituir un centro social que se denominara Club Central.
El Comité Provisional presidido por el ingeniero José Ignacio Chopitea e integrado por los señores don Francisco J. Wiebe (Tesorero); don Augusto Cabada (Secretario); don Marcial Acharán (Vocal); y doctor Agustín G. Ganoza (Vocal), designados en la reunión preliminar antes citada del 10 de octubre anterior, rindió un informe pormenorizado de las gestiones cumplidas para la selección del local tomado en arrendamiento, de los gastos incurridos en su habilitación, amueblamiento y adquisición de útiles y enseres; y presentó también, revisado, el proyecto de estatutos que se había encomendado elaborar a la comisión respectiva, en la misma reunión preliminar.
Las gestiones y realizaciones del Comité Provisional fueron íntegramente aprobadas con el beneplácito y reconocimiento de los asistentes, mereciendo el agradecimiento general explícito.
Después de un amplio debate, con las modificaciones consiguientes propuestas por los asistentes en diversas intervenciones, que no interesa detallar en la presente Acta Constitutiva, finalmente, fueron aprobados los estatutos que normarán en lo sucesivo la marcha del club, que entraron inmediatamente en vigencia, compuesto de 5 Títulos, 42 artículos y 3 disposiciones transitorias.
De conformidad con las disposiciones pertinentes de los estatutos aprobados, se procedió en seguida a la elección del primer Comité Directivo, el que finalmente quedó conformado en la siguiente forma, después de sucesivas votaciones:
Presidente: Señor ingeniero José Ignacio Chopitea
Vice-Presidente: Señor Francisco J. Wiebe
Tesorero: Señor José O. Ottone
Secretario: Señor Augusto Cabada
Vocales:
Señor Marcial Acharán
Doctor Agustín G. Ganoza y
Señor Alfredo A. Pinillos Hoyle
Luego se acordó reconocer el carácter y condición de socios fundadores a los treinta y tres miembros asistentes a la presente sesión; y se procedió a la designación de los miembros de la Junta Calificadora que contemplan los estatutos, la que quedó integrada por los señores: José B. Goicochea (presidente), don Bruno F. Bueno, don Fernando Luis Ganoza, don Francisco J. Jimeno y don Juan Julio Ganoza y Calonge.
Finalmente, el presidente ingeniero José Ignacio Chopitea, en expresivas frases manifestó su reconocimiento por la distinción y el honor de que había sido objeto con su elección; ofreció esforzarse para que en compañía de los distinguidos caballeros que lo acompañan en el Comité Directivo del club pueda cumplir, en el curso del ejercicio, las finalidades institucionales perseguidas; e invocó la colaboración que esperaba de todos los señores socios fundadores para el éxito de la gestión que les había sido encomendada, la que desde ya consideraba delicada, ardua y de mucha responsabilidad, pero que confiaba fundadamente en la cooperación, apoyo y ayuda de todos, sin excepción.
Las palabras del presidente fueron calurosamente aplaudidas recibiendo él y los miembros del Comité Directivo efusivas muestras de congratulación.
Cumplido satisfactoriamente el objeto de la convocatoria, el señor presidente levantó la sesión, siendo las ocho horas y quince minutos pasado meridiano.
(fdo) Augusto Cabada(fdo) José I.Chopitea
SecretarioPresidente
Primer local institucional: El Club Central funcionó desde 1895 hasta 1930 en un local ubicado entre las esquinas de los jirones Pizarro y Mariscal de Orbegoso, donde funcionaba, por aquellos años, la Sociedad Unión de Empleados. Su sede social era muy cómoda, pues contaba con sala de recepción, salas de juego, cantina y comedor, etc. Se ofrecía un esmerado servicio, “que invitaba a hacer de la institución el verdadero hogar social de los elementos más destacados del intelecto, la banca, el comercio y en general de todo aquel que sintiera el deseo de vivir en esta comunidad de afectos que tomaba por sano esparcimiento el culto a la amistad sincera y perdurable”. (tomado del texto Club Central, Bodas de Oro. Trujillo, 1945).
El Palacio Iturregui, actual sede del Club Central de Trujillo
El primero de mayo de 1841, don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte compró la antigua casa de los Marqueses de Bellavista, solar de esquina en donde edificó la casa trujillana más importante del siglo XIX, destinada a albergar a su nueva familia.
El Coronel Iturregui comenzó inmediatamente la edificación de su nueva casa familiar, hecho histórico que queda claramente comprobado al leer el diario de viaje de un ilustre visitante llamado Hein Rich Witt, quien a su paso por Trujillo apunto el día viernes 6 de mayo de 1842: “Hice compras y varias visitas preparándome para mi partida; mientras estaba donde los Iturregui, él me enseñó la nueva casa que estaba construyendo, en mi opinión muy grande y espléndida para Trujillo”. Witt la consideró grande y espléndida, es decir, la vio edificada, con acabados y muy próxima a su inauguración.
Sin lugar a duda, Iturregui trajo de Inglaterra y Francia la concepción de su nueva casa, la que en su aspecto exterior dista mucho de la tradicional fachada de la casa virreinal trujillana. Procedente de Europa es gran parte de sus finos acabados, especialmente los mármoles y cerrajería. Es necesario considerar que, para esta época, Trujillo contaba con una antigua escuela de artífices de mucha calidad, que ejercieron como arquitectos, alarifes, albañiles, yeseros, canteros, carpinteros, ensambladores, herreros y cerrajeros: quienes han dejado huella inconfundible de su competencia en las casas solariegas trujillanas. En toda esa grandeza arquitectónica don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte quiso perennizar su añoranza a su amada tierra natal Lambayeque; las bellas ventanas voladas de reja, tienen un diseño y coronación de fierro a manera de peineta, que lucen las ventanas lambayecanas.
El diseño de la planta de la casa Iturregui sigue las líneas principales de la arquitectura civil trujillana. El zaguán, sus dos amplios patios principales y un tercer patio que ocupa parte de la antigua huerta de los Marqueses de Bellavista, tienen una decoración, que en términos generales está dentro de las características de la casa trujillana. La casa no se construyó en todo el solar; parte de la huerta, la que da a la actual calle Bolívar, se destinó a la edificación de tiendas independientes. La casa prontamente terminada, con su imponente y majestuosa fachada de dos pisos, llamó la atención de quienes visitaron Trujillo, llamándola siempre palacio.
El palacio edificado “trasunta evidentemente el espíritu de gran señor que alentaba a don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte, que quiso, supo y pudo edificar para vivir una casa amplia, bellísima, suntuosa, aprovechando con inteligente dispendio esos tesoros en que es tan rica y desbordante la atmósfera de Trujillo: el aire y la luz”; así lo expresó don José Eulogio Garrido en 1948.
Hacia 1844, Iturregui fomentó con su fortuna la pequeña y mediana minería liberteña, principalmente en los ricos yacimientos de mineral de Salpo.
Este mismo año, don Manuel Menéndez, presidente del Gobierno peruano nombró a Iturregui prefecto del Departamento de La Libertad.
En 1845, el presidente don Ramón Castilla nombró a Iturregui como Ministro Plenipotenciario de la República cerca de las Cortes de Europa, cargo político que desempeño en Londres. Antes de emprender viaje con su esposa, dio amplios poderes a su hermano José Ignacio. El 23 de enero de 1846 otorgó su testamento, nombrando por sus albaceas a su padre político don Alfonso Gonzáles Saenz de Tejada y a su hermana la reverenda madre Sor María Josefa del Corazón de Jesús, sub-priora del Monasterio del Carmen de Trujillo.
En 1849, cesó en el cargo que desempeñaba en Londres. De regreso a Trujillo y a su espléndida mansión de la esquina del Mirador de Santa Clara se dedicó a la vida familiar y al comercio que había emprendido en esta ciudad. El 24 de enero de 1854, a propuesta del presidente don Rufino Echenique, el Congreso le confirió la clase de General de Brigada en atención a los méritos y servicios prestados a la patria por el prócer lambayecano. Don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte fue senador, presidente del Senado, prefecto y Comandante General del Departamento de La Libertad.
El doctor Don Mateo Paz Soldán, en su obra póstuma Geografía del Perú, publicada en 1862; al describir la ciudad de Trujillo refirió: “Las construcciones de adobe y los techos de madera con una torta de barro endurecido. La plaza es cuadrada. Entre los edificios particulares no debemos pasar en silencio la casa del General Iturregui que es una de las mejores de toda Sudamérica. Es un verdadero Palacio”.
El viejo patricio lambayecano pasó sus últimos años en Trujillo del Perú, habitando su magnífico palacio con su esposa doña Manuela Gonzáles de Iturregui y su único hijo Juan Manuel Claudio Iturregui González; rodeado de amigos y viejos recuerdos.
Habían transcurrido cincuenta años de la independencia nacional: la misión del viejo caudillo estaba cumplida; el tiempo había pasado sin borrar recuerdos ni restar gloria a los próceres de la gesta emancipadora peruana. De los viejos tiempos de lucha sólo quedaba don Antonio de la Fuente. Bolívar había muerto “frente al Caribe, agitado como su alma por grandes tempestades”; San Martín a quien tanto había querido y socorrido en horas difíciles, había muerto en Francia. A cambio de ello, una nueva República había nacido.
En julio de 1871, El General de Brigada don Juan Manuel de Iturregui decidió asistir a la conmemoración del Cincuentenario de la Independencia Nacional a celebrarse en la capital. A fines de julio enfermó en Lima, falleciendo el 30 de ese mes a la edad de 76 años. Sus restos fueron solemnemente sepultados en el Cementerio Presbítero Maestro.
De la reacción que produjo en sus contemporáneos el Palacio Iturregui, da fe la relación que de su visita hace el investigador y viajero norteamericano E. George Squier en 1873: “Encontramos su residencia, en la que también estaban las oficinas de la prefectura, sobre la calle del Comercio, en el corazón mismo de la ciudad, un vasto edificio de dos altos pisos, que dominaba a todas las demás casas de la ciudad. Es de estilo moderno muy ornado y está constituido alrededor de un patio central, con corredores sostenidos por columnas en cada piso. Al final del patio se ha omitido el segundo piso y ocupa su lugar una columnata. Su finalidad consiste en brindar mejor ventilación. Aunque por necesidad ha sido edificado en su mayor parte con los materiales ordinarios de construcción del país, éstos han sido empleados con el máximo cuidado y se los ha estucado y pintado al fresco a imitación del mármol. En conjunto, visto desde el exterior o desde el patio, constituye un edificio imponente, y su interior, por su disposición, decoración, arquitectura y mobiliario, armoniza con su exterior suntuoso y justifica probablemente, la distinción que generalmente se le confiere de ser la mejor residencia privada de Sudamérica. En su construcción y adorno no se escatimó nada que el dinero pudiera comprar. Se trajeron obreros y artistas de Italia y Francia y el mobiliario fue confeccionado expresamente para ella en París.
La esposa de don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte, doña Manuela Gonzáles Pinillos, falleció en Francia en noviembre de 1879, instituyendo por único heredero a su hijo Juan Manuel Claudio Iturregui Gonzáles. Por este tiempo se produjo la guerra con Chile, Trujillo fue invadido y el Palacio Iturregui, objeto del implacable saqueo.
Don Juan Manuel Claudio casó en 1891 con su prima, la dama trujillana doña Susana Orbegoso Gonzáles, hija de don Eloy de Orbegoso Pinillos y doña Rosa Gonzáles Madalengoitia y hermana de doña Adela de Orbegoso Gonzáles casada con su primo don Eduardo Gonzáles Orbegoso. Don Juan Manuel Claudio y doña Susana tuvieron por hijos legítimos a don Juan Manuel Pedro Pablo Ignacio Eloy Cecilio Antonio del Perpetuo Socorro y a doña Susana Rosa Petronila Brigida Rosario Claudia Adela Antonia María del Perpetuo Socorro Iturregui y Orbegoso.
A la muerte de don Juan Manuel Claudio, ocurrida en 1912, heredaron el palacio sus dos únicos hijos, la señora condesa doña Susana Iturregui y Orbegoso de Potocki, esposa del señor conde don Jeorge Potocki Radzwill, diplomático polaco, residentes en Lima y don Juan Manuel Iturregui y Orbegoso, residente en París. Por este tiempo el Palacio fue habitado por la familia de don Eduardo Gonzáles Orbegoso.
Desde 1930, el Club Central de Trujillo ocupó la planta baja, en calidad de arrendatario, del magnífico Palacio Iturregui, gracias a la gestión de su presidente el ingeniero Elio Dalmau Goicochea y a la comisión designada para tal fin, conformada por los señores Juan Dalmau Goicochea, Manuel Delfín Corcuera y Manuel Ángel Ganoza Chopitea.
Desde 1895 en que fue fundada esta entidad social trujillana, había ocupado los altos del edificio ubicado en la esquina de la Plaza Mayor formada por las calles Francisco Pizarro y Mariscal de Orbegoso, propiedad del caballero chileno don Marcial Acharán. El ingeniero Dalmau consiguió los fondos necesarios para restaurar y amoblar el Palacio Iturregui que, como consecuencia del aluvión de 1925, se hallaba en lamentable estado de ruina y abandono.
El 4 de abril de 1933, la Sociedad Administradora de Inmuebles Santo Domingo, representada por el señor don Stanislas Potocki Iturregui, bisnieto del ilustre prócer lambayecano, vendió el histórico palacio trujillano a la Asociación Club Central de Trujillo, representada por los señores Fernando de Orbegoso G., Álvaro Canales Ganoza y César Gonzáles Vásquez; presidente, secretario y tesorero, respectivamente.
El Club Central de Trujillo asumió la obligación de preservar y conservar el inmueble situado en la intersección de los jirones Francisco Pizarro y Junín en la ciudad de Trujillo del Perú, responsabilidad que sus directivos ha sabido cumplir a lo largo del tiempo, conservando el Palacio Iturregui en excelentes condiciones.
Descripción arquitectónica del Palacio Iturregui
La edificación del Palacio Iturregui conservó algunos muros y ambientes techados de la casa anterior de propiedad de los Marqueses de Bellavista, que se pueden apreciar en el espesor de los muros de adobe de su fachada principal, en los techos con ménsulas talladas y vigas de madera en dos ambientes interiores y en parte de la acequia de distribución del agua para la antigua huerta, actualmente existentes dentro de un ambiente techado del local que hoy ocupa el Club Central de Trujillo.
Desde el siglo XIX a raíz de las exploraciones y descubrimientos de la arquitectura Clásica Romana se impone en el mundo la Arquitectura Civil Neoclásica, adecuando las antiguas casas de distribución asimétrica y ornamentación Renacentista, Manierista, Barroca o Rococó, como es el caso de parte de las casas solariegas trujillanas, o construyendo en el nuevo estilo de corte simétrico y con el uso de órdenes clásicos divulgados en libros, como los tratados de arquitectura de Vitrubio, Serlio, Palladio y Viñola, en especial de los dos últimos y en grabados y estampas que muestran los descubrimientos realizados en exploraciones de casas pompeyanas y romanas, como las de Pansa, de Vetti, la de Fauno o la de la Vestal, cuya forma de distribución alargada se adaptó fácilmente a los solares trujillanos fundacionales que abarcaron de calle a calle en los que se construyeron casas continuando la tradición arquitectónica de distribución de habitaciones alrededor de espacios abiertos o patios, de reminiscencia sumeria que viajando por las culturas antiguas griega, romana, bizantina y árabe hasta España, fue traída por los españoles a América y al Perú, desde el establecimiento del virreinato.
En la casa trujillana del siglo XIX se aprecia claramente la semejanza de distribución con la casa pompeyana o romana, simétricas con eje central que, partiendo de la portada principal, logra una agradable y profunda transparencia a través del zaguán- Ostium de la casa romana-. El patio principal –antiguo atrio romano-, el salón principal –Tablinium-, la cuadra –aporte de la arquitectura de doble crujía, desde el siglo XVIII-, el segundo patio –peristilo- y el corredor –exedra romana-, agregándose la huerta, más los corredores con columnatas -desde el siglo XVII –transformadas en los órdenes clásicos; el pasaje de servicio –fauces romanas-, y las habitaciones laterales –cámaras, recámaras, tras recámaras, habitaciones de servicio, caleseras, etc.
El Palacio Iturregui construido en la década de 1840, tiene las características de un palacio del estilo neoclásico trujillano antes descrito por el área que encierra (3550 m2 actualmente), por el número de sus habitaciones (43), por las dimensiones de sus espacios, por la riqueza y sobriedad de su ornamentación y uso de materiales y elementos importados de Europa y América Central, el mármol para los pisos de los corredores, la laja de los patios, el pino Oregón para los pisos de sus salones, de la madera de sus puertas y ventanas, el vidrio y los barandales y rejas de fierro fundido y de fierro forjado, el pan de oro de ornamentación en mamparas y puertas y en los estucados en yeso de sus falsos cielos rasos, -en reemplazo de los artesonados de madera de los techos de las casas virreinales-.
Construida en dos plantas parcialmente, con muros de adobe en la primera planta y de quincha en la segunda, luce tres fachadas: la principal, que da a la actual sexta cuadra del jirón Francisco Pizarro, con 32 metros y dos pisos que dan una altura total de 12.70 metros; la lateral que da a la quinta cuadra del jirón Junín, que desde la venta de la parte posterior ocupada por tiendas en el presente siglo, tiene actualmente 89 metros; y la posterior con cuatro metros, que sirve de ingreso de servicio, da a la sexta cuadra del jirón Bolívar. La fachada principal refleja la composición simétrica de la arquitectura, y los dos pisos que se desarrollan alrededor del patio principal, delimitados exteriormente por platabandas de madera que dividen los muros de adobe con parámetros almohadillados, cuyas vitolas se interrumpen por pilastras estriadas de madera con capiteles de orden jónico en el primer piso y corintio en el segundo piso, bajo las platabandas antes descritas a manera de entablamento del orden clásico, por dos ventanas voladas de reja de fierro forjado que rematan en peineta –las únicas en Trujillo, de emotiva reminiscencia lambayecana- y que lucen el tradicional encaje formado con eses unidas a los barrotes verticales por anillos de fierro, en el primer piso y sin peanas; sobre un zócalo corrido que se interrumpe al centro por la portada principal resaltada con pilastras con pedestales del mismo orden jónico del primer piso ya descritas sobre el zócalo corrido, que luce artístico portón íntegramente labrado en madera y de exquisita talladura, con postigo, balcones volados de antepecho con barandales de fierro fundido de forma alabeada cuyos vanos llevan jambas con coronación de frontón triangular, en el segundo piso; interrumpiéndose asimismo el almohadillado en el paño de pared sobre la portada, rematándose el conjunto por pedestales con pináculos de madera que sostienen un barandal de fierro forjado, siendo toda la carpintería de madera pintada en blanco, con excepción del portón. Es de presumir que todo el almohadillado, actualmente pintado en color azul, fue originalmente pintado a imitación mármol, de acuerdo a descripciones de la casa hechas en el siglo XIX por ilustres visitantes extranjeros como Squier y Withh y al descubrimiento de este tipo de pintura mural ornamental en la contemporánea casa Ganoza y Orbegoso –Centro Viejo-, ubicada en la Plaza Mayor de esta ciudad.
La fachada lateral luce la zona de dos pisos que sigue el tratamiento antes descrito, pero con los paños del muro del primer piso totalmente ciego y con los balcones de antepecho del segundo piso con barandales de fierro fundido, rectos, diferentes a los de la fachada principal. Ambas fachadas de dos pisos lucen el exterior del segundo piso con puertas y antepechos que dan a la azotea de la zona del primer piso y a la casa vecina de menor altura, enriqueciendo así las perspectivas del paisaje urbano en ambas calles tradicionales. La zona de un solo piso se muestra exteriormente con el paramento de adobe liso, sin vitolas ni zócalo, tres ventanas voladas de fierro forjado con puertas iguales a la de la fachada principal, pero con la tradicional peana de base y ventanas altas embebidas en el muro y barandal con soportes idénticos al del segundo piso. Existe además una portada de diseño inspirado en el resto de la fachada para un ingreso lateral que se abrió en la década de 1960 y que se clausuró en la década de 1970, reemplazándose por un ingreso a través de un antiguo depósito o calesera a cuyo vano exterior se trasladó la puerta de madera tallada que proporcionadamente a menor escala imitó el portón principal. La fachada posterior luce una discreta, pero amplia portada que constituye el ingreso de servicio.
Interiormente, la distribución presenta un ancho zaguán con piso de laja de piedra que continúa en el patio principal bajo el amplio arco de medio punto. El sofito del techo luce un rosetón estucado en yeso y sobre uno de los muros laterales, una placa de mármol indica que la casa fue la morada del General Juan Manuel Iturregui y Aguilarte, prócer de la independencia nacional, y Prefecto del Departamento de La Libertad en 1851. El patio principal, de once metros de ancho por diecinueve metros de fondo, luce un corredor alto en U que reemplaza al tradicional corredor en L de la asimétrica distribución virreinal, y que da acceso a las habitaciones circundantes y al resto de la edificación, cuyo paramento de sobre elevación está revestido con mármol blanco italiano, a manera de zócalo, sobre el cual se levantan los corredores que dan a las habitaciones del segundo piso, con columnatas de orden corintio unidas con barandales de fierro fundido con pasamanos de bronce en el primer piso y de fierro forjado, con pasamanos de madera en el segundo piso, quedando al frente en este segundo piso, una bella galería techada abierta hacia la azotea, con columnatas del mismo orden, y sobre el arco del zaguán se estrecha el corredor con la misma columnata.
Por tres escalinatas de cinco pasos, una central y dos laterales adosadas a los muros de ambos lados del arco del zaguán, revestidas de losas de mármol italiano, se accede al corredor en U con solado del mismo material que da acceso a las habitaciones circundantes y delimitadas hacia el patio por la columnata de madera del más puro estilo corintio, pintadas de blanco, con los barandales de fierro fundido entre las bases de las columnas. Los paramentos de los muros del fondo del corredor, están pintados actualmente en color blanco humo; representaron también, posiblemente, pintura ornamental de imitación mármol -de acuerdo con las descripciones antes citadas, del siglo XIX-, dando así un efecto de contraste con la columnata pintada en blanco y con los barandales y las rejas de fierro forjado con rosetones de lámina de fierro sobre las uniones de las ventanas que dan a las habitaciones, pintadas en negro y con adornos revestidos de pan de oro. Actualmente, están pintadas de blanco, así como las puertas de acceso a las habitaciones y hojas de ventanas, también estuvieron pintadas en blanco o marfil, con los junquillos acabados en pan de oro y actualmente acabados en madera natural barnizada. El techo del corredor principal luce un falso cielo raso acabado en yeso con rosetones de finos estucados ornamentales, desde cuyos centros penden faroles de bronce y vidrio.
Por el lado izquierdo, entrando desde el corredor, se accede por una puerta de dos hojas con paflones de madera y reja de fierro, a un ambiente desde el cual parte la escalera de madera de tres tramos que conduce el segundo piso y desde el cual se accede a un depósito, existiendo una artística ventana de reja de fierro fundido con ornamentación de querubines. En esta misma ala del corredor se da acceso por puerta de dos hojas a tres habitaciones intercomunicadas, todas con puertas plegables de plafones de madera. La primera con una puerta de acceso y una ventana de reja de fierro fundido descrita en la fachada principal, la segunda con dos ventanas de reja de fierro fundido que dan al corredor, ubicadas simétricamente a ambos lados de la puerta de acceso, y la tercera con dos puertas de acceso y ventana central igual a las anteriores, desde la cual se accede a una sala lateral.
Por el lado derecho de la U del corredor, con acabados similares al resto, se accede al bar El Mesón, ambiente que posiblemente fuera destinado a portería o depósito en su función original, y a tres habitaciones y al callejón de servicio que une el corredor principal con las habitaciones de servicio y parte posterior de la casa. La primera habitación, de quince metros de largo -la de mayor dimensión del Palacio Iturregui, dedicada actualmente a sala de exposiciones y a funciones de auditorio-, con la ventana de reja volada de fierro que da a la fachada principal, dos puertas de acceso y una ventana de reja que se ubican en forma simétrica a las del ala opuesta y con puerta central en tabique divisorio de quincha que da acceso a la segunda habitación con función actual de sala del directorio, ambas con actual piso de losas de mármol, techos con falsos cielos rasos, estucados en yeso con rosetones acabados en pan de oro, sigue al callejón de servicio convertido actualmente en una galería permanente de cerámicos prehispánicos.
Por el frente se da acceso, con puerta central flanqueada por dos ventanas similares a las anteriores, al salón principal, cuyos muros se encuentran empapelados, luciendo piso de madera de pino Oregón, techo con falso cielo raso de yeso con tres rosetones estucados en yeso y revestidos en pan de oro –artísticas mamparas de madera y cristal con ornamentación ecléctica, acabados en pintura color marfil y pan de oro, destacándose la que da acceso a la antigua cuadra, actual salón dorado-, con elementos neogóticos centrales flanqueados por columnas revestidas con espejos labrados y coronación que remata en venera, flanqueada de roleos y pináculos en forma de ánforas con guirnaldas, siendo rodeada por dos ventanas (una a cada lado) con reja de fierro fundido iguales a las ya descritas, con jambas acabadas en color marfil y pan de oro. Las otras dos mamparas dan acceso, la de la derecha al antiguo oratorio –actual sala del Consejo Directivo, para sesiones solemnes-, flanqueada por dos pequeñas puertas de paflones de madera que sirven de acceso a la antigua sacristía del oratorio, a un lado y al otro a una antigua recámara –la cual ha sido posteriormente subdividida para formar un pasaje de servicio que conduce al corredor del segundo patio-, y la del ala izquierda, que da acceso a una sala –cuadra- lateral, ambas con rejillas perimetrales de fierro y coronación superior más simple que la antes descrita y acabados similares.
El antiguo oratorio, convertido en sala de sesiones solemnes y que, por su ubicación al lado derecho del salón y reducidas dimensiones por abrirse ampliamente hacia el salón principal, con falso cielo raso de caña y yeso, con adornos de pan de oro y linterna central de madera, representa un cambio significativo con respecto al oratorio con acceso independiente del salón principal y con cúpula que lucían las casas trujillanas de arquitectura virreinal, ubicado al lado izquierdo del salón. Se conserva aún el alto relieve policromado del muro testero a manera de retablo sobre el ya existente altar, en forma de dosel o conopeo con cortinaje y corona, dentro del cual se ubicaba la imagen de la virgen y que actualmente ostenta los nombres de las personas que conformaron la primera directiva del club en 1895, presidida por don José Ignacio Chopitea y Luna Victoria, completándose el ambiente con el piso de losas de mármol. Vecino al oratorio, con puerta independiente que da al salón, se ubica un pequeño ambiente dedicado originalmente a sacristía o almacén del oratorio con techo con cielo raso de caña y yeso y cenefa de madera acabado en pan de oro.
Del salón se accede por el lado izquierdo, a una sala con ventana de reja volada hacia el jirón Junín, con muros enyesados y pintados y pisos de madera de pino Oregón, techo en falso cielo raso de caña y yeso con rosetón central estucado y acabado con pan de oro, comunicándose con puerta central a la habitación del ala izquierda del corredor y por otra puerta central de paflones de madera, a una sala lateral dedicada actualmente a sala de música, con la ubicación de pianos de cola para recitales.
Por la mampara central del primer salón se accede al actual salón dorado –antigua cuadra- que con piso de madera machihembrada de pino Oregón y muros empapelados, luce un falso cielo raso de caña y yeso artísticamente ornamentado por artísticos estucados en forma rectangular con tres rosetones para centros de lámparas, acabados en pan de oro; abriéndose hacia el lado izquierdo una gran puerta de paflones con artística jamba totalmente pintada con ornamentación de pan de oro, que conduce a la sala de música con piso similar al anterior ambiente, muros empapelados y techo con falso cielo raso de caña y yeso con cenefa y rosetón central de estucos acabados en pan de oro, con ventana de reja volada hacia el jirón Junín, puerta de acceso a la sala lateral antes descrita que da al corredor del patio principal y postigo que se abre a un costado del muro de enfrente, hacia otro ambiente de sala –originalmente recámara o dormitorio-.
Por la puerta central del salón dorado con mampara flanqueada por ventanas de reja iguales a las del primer salón se accede al corredor que circunda totalmente el amplio segundo patio. El corredor luce losas de mármol en el piso, columnata de madera de orden jónico, sin estrías y sin pedestales, que originalmente fuera pintada de blanco y que actualmente se presenta de madera al natural, techo con falso cielo raso de caña y yeso con rosetones estucados; bajándose por una grada perimetral al patio, cuyas dimensiones son de 11.30 metros por 16 metros, que originalmente tuvo piso de lajas de piedra pizarra negra con pequeñas losas de mármol blanco a manera de lambrequines, luego tuvo piso de losetas de cemento de la década de 1930, teniendo actualmente piso de mármol luciendo cuatro esculturas de mármol en las esquinas, representando a Colón y a personajes de la mitología clásica. El perímetro luce las 16 columnas con entablamento corrido de orden jónico sobre el cual corre un barandal de fierro forjado que da a la azotea, sostenido por pedestales con pináculos de madera. Cuatro puertas de madera y tres ventanas simétricamente ubicadas a cada lado del corredor, de diseño más simple que las anteriores, se abren a las habitaciones laterales dedicadas actualmente a salas, bar inglés y comedores privados, con acabados similares a los ambientes laterales antes descritos y que originalmente fueron puertas pintadas en blanco o marfil con pan de oro y las rejas de negro con adornos en pan de oro y posiblemente con muros con pintura ornamental de imitación mármol; abriéndose frente al salón dorado, el comedor –ambiente aportado desde el siglo XIX en las casas trujillanas- que se ubica entre el segundo patio y el corredor del antiguo jardín-huerta, abriéndose a ambos lados pasajes de unión entre estos dos espacios abiertos.
El comedor presenta actualmente piso de piedra pizarra negra y mármol –que fue trasladado del segundo patio en la década de 1930 por haberse deteriorado posiblemente gran parte del piso original de este amplio patio, y que originalmente debió ser de madera-, muros enyesados y pintados con actual revestimiento con alto zócalo de madera, con puertas y mamparas flanqueadas por ventanas, abren al segundo y tercer patio y postigos que a ambos lados abren hacia los pasajes laterales, techo con falso cielo raso con cenefa y tres rosetones estucados con yeso. Mesas circulares de madera y dos majestuosos aparadores de madera con espejos, de estilo inglés del siglo XIX, originales del Palacio Iturregui, completan el elegante ambiente.
Hacia los pasajes laterales se abren dependencias de servicio, hoy dedicadas a una galería de cerámicos precolombinos, depósito y servicios higiénicos, existiendo en el depósito y sobre el falso cielo raso de los servicios higiénicos y del bar sport, el antiguo techo de la casa familiar de los Marqueses de Bellavista con ménsulas talladas, vigas y viguetas de madera pintadas de blanco.
El corredor que se desarrolla detrás del comedor del actual tercer patio –antiguo jardín-huerta-, con cuatro columnas y entablamento de orden jónico sin pedestales, originalmente pintadas en blanco y que actualmente lucen en madera natural y rematados por entablamento de madera y por barandal de fierro forjado y pedestales con pináculos de madera similares al del segundo piso, da acceso al actual tercer patio –antiguo jardín-huerta- con piso de laja de piedra, en cuyo centro luce una fuente de agua de forma rectangular con surtidores de bronce en forma de ranas en las esquinas, reflejándose en el espejo de agua de la poza, con piso de losas de mármol, los sauces llorones y los helechos del estrecho jardín perimetral, cuatro esculturas de mármol que representan a las estaciones del año ubicadas en las esquinas de la fuente y los postes de fierro fundido para la iluminación nocturna que lo rodean, dando un sugestivo y acogedor ambiente.
De este patio se accede a las habitaciones, que a ambos lados tuvieron originalmente funciones de servicio de la casa, dedicadas actualmente, por el lado izquierdo al comedor rojo, utilizado para la atención diaria de los socios y a vestíbulo de ingreso secundario que baja al jirón Junín, con gradas de mármol y puerta de torno de madera y vidrios; y por el lado derecho a ambientes dedicados a una cava de vinos revestida de madera pino Oregón, un baño y el bar sport, existiendo en el primer ambiente bajo la cava que se puede apreciar a través de vidrio templado, parte del canal en forma de U, que con exclusas y compuertas de madera de algarrobo alimentaba de agua a la huerta de la anterior mansión virreinal de los Marqueses de Bellavista, y sobre el techo del siglo XIX de caña y yeso con vigas de madera existe una ventana que da a un torreón de madera y fierro del estilo neoclásico con arcos de medio punto y pilastras de orden jónico en las esquinas, que según tradición junto con otro similar ubicado sobre el techo del ala de enfrente, sirvieron para cubrir las piedras de destilar que ubicadas en la azotea, hacían gotear el agua hacia los recipientes de cerámica ubicados en las habitaciones del primer piso, dedicadas a tinajeras, resultando así la tradicional y pura agua de las casas trujillanas: agua “filtrada, venteada y golpeada”, al caer de gran altura (según tradición transmitida por el señor José María Fernández Pinillos).
En el actual bar sport existe aún el techo de caña y yeso con ménsulas talladas y vigas de madera pintadas de blanco, pertenecientes a la anterior casa virreinal.
Completa la distribución un patio de servicio con cocina y habitaciones de servicio construidas por el club, más un gran ambiente dedicado a depósito y amplio pasaje descubierto que da salida por el portón que da al jirón Bolívar.
En el segundo piso que se desarrolla alrededor del primer patio del corredor, con falso cielo raso de caña y yeso y rosetones estucados similares al del primer piso, se accede por mamparas y puertas de paflones de madera a las nueve habitaciones de quincha que se iluminan a través de mamparas y ventanas que se abren a los balcones de antepecho hacia los jirones de Pizarro y Junín y por ventanas, hacia la casa vecina que ocupa el Partido Aprista Peruano, más baja de un piso y con altillo. Las habitaciones lucen los mismos acabados de las habitaciones del primer piso.
Magníficamente ambientado con finos y elegantes muebles de época, lámparas de cristal, madera, bronce y fierro, de exquisitos acabados, alfombras, cortinajes, lienzos al óleo, espejos enmarcados en madera recubierta con pan de oro y adornos de diferentes épocas y de gran valor, entre los que destaca una réplica en bronce a escala reducida de la columna de Napoleón de la Plaza Vendome de París, donada por el filántropo don Víctor Larco Herrera y otros donados por ilustres expresidentes del club, el Palacio Iturregui constituye el monumento arquitectónico representativo del siglo XIX, más importante de Trujillo, del Perú y de América del Sur.